martes, 19 de marzo de 2013

Inmigrantes Judíos en Formosa


Cuando se creó la Villa Formosa, en abril de 1879, el gobierno nacional decidió erigir una colonia agrícola con contingentes de italianos provenientes de Friuli (Italia). Estos inmigrantes llegaron al mes de la fundación, en mayo de 1879, en el vapor Guaraní.
Lo único que encontraron fue armazones de ranchos, fabricados por los militares llegados de Villa Occidental. Durante 18 meses durmieron en carpas en lo que hoy es la Estación de Trenes de Formosa. Años después llegan los primeros judíos sefaradíes y ashkenazíes.
El primer judío en pisar territorio formoseño fue Simón Ostwald. Había inmigrado a Argentina en 1860, probablemente con un familiar. Ostwald era un editor de periódicos y libros, y fue un pionero en la Industria gráfica. Cerca de 1918 había comprado 20.000 hectáreas en Formosa.
Familias de judíos llegados desde Buenos Aires a Formosa en barco.
Luego de Ostwald, entre 1900 y 1910 se radicarían los primeros judíos, quienes venían de forma particular: de uno o de a dos, motivados por cartas de sus hermanos o parientes. Muchas de esas correspondencias circulaban entre las familias y pocas veces llegaban a los diarios judíos y a las sinagogas. Llegar a America se transformo en clamor, en una oración recurrente.
Hacia 1930 la llegada de judíos fue incesante. Venían primero los hombres, una vez asegurada la subsistencia, hacían buscar a sus esposas, novias, esposas, padres o amigos. También llegaban con hermanos o parientes huérfanos. La llegada de familiares causaba inmensa alegría, pero también recurrían las malas noticias: muerte de seres queridos, falta de recursos para emigrar, o el peor de los casos: no conocer nada de los familiares y amigos que quedaron del otro lado del océano.
Con su llegada, comenzaron a circular ideas, tradiciones, costumbres, distintas cosmovisiones y conceptos doctrinarios religiosos.

Familias tradicionales y actividad comercial judía: 1900 - 1930.


Familia Alauf. Esmirna, Turquía. 
 Jacobo Sabaj recaló en Viedma, Río Negro, siendo apenas un muchacho. Se radicó en Comandante Fontana, un poblado del interior formoseño. Se escapaba de las guerras y los familiares lo ayudaban. Por las mismas razones llegó desde Estambul, al mismo lugar, don Isaac Levi. Pasó por Efesos, luego por Nápoles, hasta arribar a América. Vino en barco con los Salom, los Sidi, los Bueno, los Nahum y los Galante entre otros.
La familia Gebil escapa de la guerra de Japón y de Rusia como polizontes, en los primeros años de 1900. Tanto la familia Dubersarsky como la Mitvik, relacionados con los Gebil, fueron perseguidos por los pogromos. Ellos se escondían en las casas a éstas las quemaban.
Lehuda Lenger había llegó solo porque toda su familia murió en el holocausto. Había nacido en Varsovia. Leiser Hersch Schaffer (Luis Gregorio) vino de Polonia, de Jaryczow-Nony en 1937. Había perdido a toda su familia. Isidoro Hirsch, llega de Hungría a la Argentina y manda con un amigo una foto. Así lo conoce Leona Fried, y viaja para casarse. Con el tiempo regresa a buscar a su hermana Rosa, quien se casará con Isaac Hirsch, hermano de Isidoro. Hirsch tenía un hermano trabajando aquí, en Argentina desde hacía algunos años.Otros apellidos renombrados son: Trujman, Najmías, Orquín, Esquenazi, Cuño, Alauf, Azar, Kraft, Gutnisky (familia del gobernador electo en 1958), Sevi, Jona, Saidon, entre muchos otros.

Vida, comunicación y actividad comercial judía: 1900 - 1930


Los primeros judíos llegaron a principios del siglo XX, respiraban aliviados un aire de libertad y vislumbraban grandes perpesctivas. En ese entonces en el territorio formoseño se hablaba el castellano. Un porcentaje considerable hablaba italiano. La población nativa se comunicaba en guaraní, toba, wichí y en otras lenguas aborígenes.
Comunidad judía en 1940, detras, el actual museo Juan Pablo Duffard
Los mayoría de los sefaradíes llegó desde Esmirna, una importante ciudad de Turquía y hablaban el judezmo (judeo español similar al castellano y condición indispensable para la comunicación) y se estableció en el centro de la ciudad, especialmente en la Calle Belgrano. Por esta razón fue apodada con el tiempo como ''Calle de los Turcos'' . Prefirieron quedarse en la capital y expandir el comercio; los menos buscaron lugares más distantes o parajes casi desérticos del interior. Vivieron en ghettos, en parte, porque el mercado turco judío había sido urbano, de barrios, a lo sumo barrios dentro de un mercado o feria. Por lo general sus negocios eran pequeños pero estaban abarrotados de mercaderías. La judería semejaba una plaza o calle de mercado. Era una especie de reminiscencia española, donde los zocos, con sus coloridos toldos extendidos por el sol, uno pegado al otro, representaban la imagen de un viejo cabildo. Cada paisano exponía en sus veredas ropas de todo tipo, pantallas paraguayas para abanicarse, bombachas de campo, puntillas y festones de colores. Estaban encerrados en su propia vida humana. Esta inmigración acompaño a la sirio-libanesa hacia el noroeste: llegaron a la punta del riel. El ferrocarril Belgrano era una de las alternativas para remontar hacia nuevos centros. La vida urbana, donde desarrollaron pequeños comercios, fue parte de su propia vida.
A diferencia de los sefaradíes, los ashkenazíes tenían una enorme dificultad para comunicarse debido a que hablaban idish, idioma judío de Europa Oriental. Los vecinos los tildaban de cerrados por esta razón. Sus primeros años en Formosa fueron gestos y señas; muchos de ellos de vieron obligados a convertirse en vendedores callejeros a plazo, trabajando en especial con aquellos sectores humildes, amas de casas, artesanos, obreros, etc.

Casa judía ubicada sobre la calle San Martín.

La judería se conformó alrededor alrededor de la estación del ferrocarril, recostada sobre el puerto y a metros de la fábrica de tanino. Abarcaba un rectángulo formado por las calles principales: Avenida 25 de Mayo, y su paralela, la Pringles, ambas limitadas por la Rivadavia y la San Martín, pegada a las vías férreas. Permanecía suspendida a la sombra de coloridos chivatos y lapachos, donde la armoniosa orquesta de chicharras marcaba los compases de una música siestera. Allí estaban también el río y el incesante movimiento de barcos y de gente. La estación del ferrocarril, con su estructura señorial, se levantaba imponente, majestuosa. La ciudad recostada sobre el río, casi caída hacia el río. El mismo río que daba vida en su margen izquierda a las localidades paraguayas, proveedoras de medios y servicios de las primeras colonias formoseñas. la mano de obra también fue, en parte, traída desde aquellas orillas. La judería se instalo en un lugar destacado para ejercer lo que mejor sabía: el comercio. Vender y vender, ésa fue su consigna.

El texto y las fotos, fueron extraídos del Libro Judíos en Formosa, de la señora Marta Kaplán. 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Se olvidaron de una familia tradicional judía de muchos años en Formosa que le dío trabajo a más de 1.000 formoseños en la década del 70

FRIDMAN

Anónimo dijo...

Tampoco mencionan a los STRUGO, que tenían su negocio en la calle San Martín ni a los NISSIM, todas familias reconocidas de Formosa, lugar donde nací y crecí y de la que partí hace 40 años...

SocialAnonimo dijo...

Hola, quisiera contactarme con el autor del blog. Podrían darme alguna dirección de email? Gracias.

Unknown dijo...

Buenas hace tiempo estoy buscando un lugar o sinagoga. Me pregunto si pueden decir la dirección.